(Recibido al mail)
“La lucha se da en un territorio determinado, con características bien específicas, con enemigos bien concretos, y con sus particularidades, conocer todos estos elementos es nuestra responsabilidad.” Documentos para una topología insurreccional.
Es tiempo de profundizar la lucha contra el Estado, contra el capital y los modos que adoptan para continuar y perfeccionar sus modos de dominio sobre nosotros. Diferentes materiales para profundizar la información y la reflexión se han desarrollado en los últimos tiempos. Blogs, revistas, periódicos e infinidad de materiales han sido hechos por compañeros con diferentes perfiles pero con una misma intención: aportar a la guerra social desde una perspectiva antiautoritaria y de ofensiva.
En ese mismo sentido, hace 4 años comenzó el “Mes por la Tierra y contra el capital”, con la idea de impulsar varias luchas que se estaban dando contra las infraestructuras del capital en lo local, regional y global. Adelantarse a los avances del Estado y el capital involucra pensar cuáles son sus pasos y por qué los dan, e involucra, también, actuar para así tener a la vez materia sobre la cual pensar. El tipo de conocimientos que necesitan quienes intentan realmente transformar la realidad surge de las luchas mismas y no de datos pensados desde y para el orden impuesto. La dominación que sufrimos no se estructura, no se hace en el caos sino que responde a una lógica bien determinada. Eso no significa que los procesos y resultados de la dominación sean enteramente desentrañables pero sí significa que es posible prepararse y enfrentarse mejor a sus designios.
Potenciar las diferentes luchas, aprender de las diferentes experiencias y aportar reflexiones se convirtió, entonces, en una necesidad y en una posibilidad real para estos tiempos. Hoy nuestros territorios pasan por modelos de transformación con resultados crueles para la libertad y la supervivencia. Pasar a la ofensiva deja de ser sólo un sueño cuando la voluntad transformadora comienza a dirigir nuestros anhelos. Eso fue y es el Mes por la tierra, un aporte más, uno concreto, en el camino de la revolución social. La dinámica ha sido la de conocer al enemigo: sus fortalezas, sus debilidades, cómo actúa, como actúa en nosotros/as, etc.…
También las reflexiones, escritos y otras acciones del Mes por la tierra, han buscado visibilizar la importancia de cierto tipo de luchas, luchas con una misma matriz que atacan al desarrollo y sustento del capital. La mayoría de los muertos en la conflictividad social, en las diferentes luchas hoy contra el capital, pertenecen a las luchas en defensa del territorio, luchas contra los avances de las infraestructuras del extractivismo y su mundo. En este tipo de luchas nuestras posturas han sido siempre claras en un punto: rescatar, potenciar y aprender de ciertas formas de relacionamiento actuales (como muchos valores comunitarios y solidarios) sirve pero nuestra responsabilidad debe ser la de acabar con las raíces mismas del sistema de dominio y todo su sustento. El capitalismo continúa su reestructuración, continúa reproduciendo los valores que lo sustentan pero encuentra resistencia. Nuestra responsabilidad es que esa resistencia se convierta en un impulso que permita pasar a la ofensiva, adelantarse, que nos permita ser protagonistas de la transformación concreta de nuevas formas de vivir enemigas y contrarias a la dominación, al poder.
El propio desarrollo del capitalismo, sus reestructuraciones, nos muestra cómo los poderes en el mundo nos están llevando a nuevas condiciones de dominio donde la guerra es una constante que amenaza ininterrumpidamente a grandes partes de la población. Mientras unos viven una guerra interna, “suave”, de baja intensidad, entre militarización y normas especiales, otros sufren bombardeos y saqueos a la vieja usanza aunque ambos mundos tienen más relación de la que solemos aceptar. Los límites de cada parte cada vez son más difusos, personas rociadas con agrotóxicos, desplazados por las catástrofes que cínicamente llamamos “naturales”, policialización de la vida, urbanización de la pobreza, y la dependencia energética y telemática, se mezclan con los barrios militarizados, los desplazados por los enfrentamientos o las zonas bombardeadas.
Según el lugar en donde hayamos nacido, el capital nos reserva un destino, pero tenemos otras opciones. Podemos aceptar el reparto del mundo, sus nuevas ataduras llamadas “crisis” y su destino planeado, o podemos aceptar que la voluntad no conoce de destinos. El Mes por la tierra y contra el capital no es tan importante. No tiene importancia como “impulso único”, pertenece a miles de impulsos sinérgicos, su trabajo ya ha sido hecho, reproducido y tal vez superado. Si se dejara, el impulso ya cumplió su cometido. De todas formas, una nueva necesidad vuelve a surgir una y otra vez, hay que redoblar su potencia, hay que redoblar la reflexión, la información y sobre todo, hay que redoblar la acción en torno a al mundo que queremos transformar radicalmente.
Un amigo de todo lo que embellece al mundo y enemigo del Estado.
Mes por la Tierra y contra el capital, 2016
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