En retrospectiva desde la cárcel
Ya han pasado más de 5 meses desde mi detención en una jornada de lucha callejera y ya transcurridos bastantes días creo necesario transparentar una situación que ha sido comentada como anécdota o cotilleo y no debatido con “altura de miras” debido a la poca información que sale desde la cárcel, me refiero a la dinámica interna de la prisión, en este caso de Santiago Uno, y el ingreso de algunos presxs anarquistas, antiautoritarixs y algunxs sin rótulos a la Iglesia por diversos motivos, claro está que es una situación contradictoria con las ideas que buscan destruir el Poder y la Autoridad, pero no es tan sencillo como para reducirlo a “tal o cual está en la Iglesia, es un traidor”, no me puedo apropiar ni responsabilizar de las experiencias de otrxs así que relataré el cómo yo viví mis primeros días preso y qué conclusió y aprendizaje hago de todo esto, [sin excluir detalles para que quien no esté familiarizado con la cana, se haga una idea de este lugar], además creo necesario que presxs tanto en este penal compartan su experiencia con lxs demás presxs y carcelerxs [y agradezco infinitamente a lxs que lo han hecho a través de tantos años], a fin de cuentas el asunto es aportar para un crecimiento cualitativo individual y colectivo entre compañerxs, afines y no tanto, amigxs y manada, el juicio/inquisición queda fuera de esto.
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Mi historia dentro de la cana parte ingresando al módulo 4 de tránsito-primerizos, en ese lugar hay celdas individuales donde duermen de 3 a 4 presos, el módulo es pequeño, a lo mucho 80 componen la población, no muchos se conocen y de a poco se van formando “amistades”, parece un internado más que una cárcel, no se ven pakeo entre presos ni peleas pensé que así sería en todos lados, no era tan terrible, sólo tuve que lidiar con el encierro, no había otro enemigo además del paco; ahí estuve aprox 10 días cuando mi nombre sonó a la hora de la cuenta matutina, los carceleros te clasifican según prontuario y delito, así es como me mandaron al tercer pasillo donde están los módulos 33 al 38. Aquí, una vez adentro, es donde uno realmente se enfrenta no sólo al paco sino a todo el ejercicio de la Autoridad y Poder, a la mente policíaca de los reos, después de todo no todxs lxs presxs son presxs politicxs; llegando al módulo algo nervioso por no saber a lo que iba, me recibe el Sargento Carlos Oliva Aroca, el bastardo que a varios les ha hecho la cana mucho más desagradable de lo que es, y abre el acceso al patio…
Es cuando comienza realmente la cana, más de la mitad del módulo se abalanzó encima mío tratando de intimidarme, haciendo varias preguntas, por qué venía, a quién conocía de mi población que fuera una “ficha”, etcétera. Me explicaron el sistema de cómo funcionaba esta cárcel: “o carreteai como choro o te vai a la Iglesia”, no había punto medio para aquel que no le interese participar de ese teatro; socialmente no buscamos una posición ni rol y en la cárcel que es su reducción es lo mismo, pero jamás pensé que la masa pesara tanto como para hacerte sentir sobrepasado… el jefe de carreta que era de mi misma comuna (cosa que le dan bastante importancia) me empieza a decir que no me puede recibir, no cumplo los requisitos de ser violento, machista o robar entre otras cosas para consumir y me tenía que ir a la Iglesia, no tuve la más mínima intención en tomar su consejo-orden y ahí comenzaron los problemas al no obedecer a quien ostentaba el poder interno, mandaron a sus perros a corretearme a golpes a la Iglesia, cosa que se repitió varias semanas al negarme a asistir a los cultos o leer la biblia, etc; y así transcurrió el primer mes y fracción, en pequeñas escaramuzas para no tomar el camino más cómodo, como también hubieron días en que necesité treguas y reposé en “la casa del Señor” pensando que podía hacer para revertir la mierda que sucedía conmigo, ciertos días flaqueaba y algunos otros enfrenté al módulo entero por rechazar ser parte de sus estamentos, hubo de todo en esas semanas, aunque más derrotas que victorias, muchas más; todo esto sumado a que me tocó llegar a vivir con tres bastardos que lo único que querían era hacerme su “perro”, al negarme era consecuencia su hostilidad hacia mí, una puñalada en el pié y más de algún fierrazo en el cuerpo fue el costo, el miedo es fuerte a veces y eso que sólo es un módulo de conducta, pensaba, en fin, para los presos era un hijo de Dios. Yo peleaba o al menos lo intentaba para que no fuera cierto, con el tiempo me fui ganando un espacio les parecí carismático o algo así, pude hacer “tranquilo” mi cana fuera de la Iglesia.
Casi todos los presos pasaron por cosas como estas y tuve la oportunidad de recibir a uno en el módulo para que no viviera más esa mierda, así sucedieron las cosas tanto conmigo como a rasgos generales; la cárcel no es sencilla, pienso en lxs viejxs presxs políticxs, cárceles que son mucho más “jungla” como la Peni y creo que a mí como a muchxs nos queda bastante por aprender y experimentar.
Creo que uno puede dejar cierto piso en la cana como siento lo hemos hecho [hemos podido recibir a un par de “casos bombas” no “molotovs” como nos dicen aquí] pero depende de quienes vienen y de la actitud de quienes estamos aquí, aunque sea poco lo construído, es un pequeño gran paso al menos para mí.
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Siendo esa mi experiencia creo que la autocrítica es necesaria, dejando en claro que no me arrepiento de nada, es evidente que fue producto de varios factores que no me encargué de trabajar lo suficiente y ante eso no hay otro camino que crecer sobre la marcha; recuerdo que cuando hablaba de la prisión con compas sólo se discutía cuántos años costaba cada acción en potencia, meses, condenas, aspectos judiciales al fin y al cabo obviando todo el entramado de relaciones sociales que habitan las prisiones, esta puede ser mi primera autocrítica, el hecho de ver en la cárcel sólo un depósito de cuerpos y “años perdidos” y no lo complejo de esta reducción de la sociedad; la otra autocrítica surge en base a la anterior y es no haberme preparado en términos físicos para poder enfrentar un combate cuerpo a cuerpo con enemigxs “circunstanciales” como “lxs presxs comunes” y contra lxs enemigxs permanentes como gendarmes y la yuta, a pesar de entrenar y ocuparme en mantener un buen estado aún así hizo falta impregnar más energía en esto pues con mayor preparación se facilita afrontar situaciones hostiles hacia uno; y lo tercero que es lo que más duele individualmente es no haber forjado suficiente valentía y temple como para no tener el miedo que tuve a golpes y tajos, que en algún momento tendió a inmovilizarme, lo que fue una derrota personal; constantemente sufrimos derrotas parciales, lo importante de esto a mi parecer es nutrirse de ellas y recomponer el camino renovado en energías y aprendizajes; otro tema, como lo escribieron en su momento lxs compas de Conspiración de las Células del Fuego, es la necesidad de tejer redes no sólo entre compañerxs afines en teoría y práctica sino también con el amplio mundo de la ilegalidad y otras esferas sociales lejanas a las nuestras con el fin de encontrar nuevos conocimientos, armas y herramientas que nos permita, por un lado, estando libres; tener un abanico realmente extenso de accionar y si es que nos toca la cárcel, conocer su jerga/coa, tener contactos dentro y recobrar el peso en la cárcel donde no se mire en menos ni a nosotrxs ni a nuestras acciones, lógicamente esto no se gana sólo conociendo a tal o cual, sino marcando distancia y diferencia de manera digna con el resto.
Diferente a esto es la naturalización pasiva del ingreso a la Iglesia, habiendo vivido ciertas situaciones comprendo la decisión de algunxs que entran a la cárcel sin tener idea de cómo es el funcionamiento interno actual de la población y de lxs carcelerxs, pero es innegable que si se tiene una postura antagónica el deambular se vuelve contradictorio, el asunto no es si caíste en la Iglesia o no, sino qué se hace para revertir una situación que temporalmente se nos escapó de las manos por falta de preparación en varios campos de batalla. Me puedo hermanar con compas que pasaron y pasan por eso, con lo que no me puedo hermanar es con la postura pasiva de no tensionarse en búsqueda de una cotidianidad diferente, aquella postura que busca refugiarse, no hacer nada para cambiar tu realidad inmediata, las mismas dinámicas que se dan fuera de la cana, orden-obediencia, cohersión-resignación, etc.
En fin, ojalá poder contribuir con estas palabras al inicio y desarrollo de tensiones que nos hagan más grandes en nuestra existencia y las convicciones que nos movilizan, tensiones no sólo sobre lo que se hace estando presx y expuestx a “lo público”; espero se converse entre amigxs/compañerxs de manera empática y afectuosa, y como dijo alguien muy querido: si hemos puesto energía y esfuerzo con otrxs presxs en estos pequeños aportes, espero se impregne el mismo ímpetu en sacar algo de esto.
Un saludo afectuoso a las presas de la Corre y San Miguel, a Tato y Javi [qué alegría siento por ti al no verte en esos calabozos tan deprimentes, hermano]; a aquellxs presxs de Santiago Uno que no tengo el gusto de ver; saludos fraternos a los viejos del CAS que no dejan de ser una amenaza para el Estado a pesar de todo, a Marcial Berrios condenado hace unos días a 40 años, lo que nos hace recordar lo vengativo del aparato judicial en contra de quien expropia y daña el cuerpo policíaco; a lxs presxs de la Conspiración de las Células del Fuego, lxs distintxs presxs por iniciativas que buscan destruir tiempo y fronteras como la FAI/FRI, FLA CIV y todo aquel que desde el anonimato ataca y destruye las normas, a lxs representantes y las estructuras de la Autoridad.
LA GUERRA (ES) CONTINUA – VIVA LA ANARKIA
Sergio Álvarez
desde el repugnante Santiago Uno
PD: Feliz año nuevo y que este 2016 [según el calendario occidental-cristiano] devenga en ataque, mucho cariño y nuevas complicidades.